BRASIL.- Christina Vital da Cunha, investigador y profesor asociado del Departamento de Sociología de la Universidad Federal de Fluminense (UFF), lanzó un libro sobre el crecimiento de las iglesias evangélicas en los suburbios de Río.
En el libro “La oración del Traficante”, dice que las iglesias evangélicas han logrado conquistar a los habitantes de las afueras de Río de Janeiro, las asociaciones de vecinos e incluso al tráfico de drogas.
La obra fue su tesis doctoral, un trabajo de investigación financiado y publicado por la Fundación para la Investigación del Estado de Río de Janeiro (Faperj).
Christina dice que hay algunas iglesias que se oponen a la conversión de criminales y otras que aceptan que los traficantes participan en la iglesia, y algunos de ellos incluso reciben el dinero de estos delincuentes para llevar a cabo eventos religiosos en las comunidades.
“Hay evangélicos que negaron su proximidad con el tráfico, diciendo que [los traficantes] moralmente contaminan el ‘verdadero Evangelio’. En el término nativo, es un “mal testimonio que estos cristianos estan dando”, dijo la doctora en su libro.
Ella dice que muchos pastores ofrecen la salvación moral a los traficantes, dando una oportunidad para ellos dejen el mundo del crimen.
“Muchos de ellos [los traficantes] lo hicieron así, pero muchos de ellos entrevistados en 2009 no han abandonado el crimen. Fracasaron en seguir otro estilo de vida, sucumbieron a la atracción de las ganancias deshonestas”.
La encuesta fue realizada entre 1996 y 2009 en Acari, y entre 2005 y 2009 en Santa Marta, en Botafogo, y en Zona Sur. Con las experiencias que recogieron, la investigadora dice que muchos traficantes tienen miedo a convertirse en evangélicos.
“En términos sociales, [los traficantes] emergen como enemigos número uno de la sociedad. De cierta forma, se sienten muy protegidos por la marginalidad del barrio. Muchos de ellos tienen una gran cantidad de dinero, gasolineras, parques, etc”.
Sobre la financiación de los conciertos y servicios en las comunidades de Río, Christina Vital da Cunha dice que los traficantes pagan artistas evangélicos para que realicen espectáculos en los barrios pobres e incluso muchos de estos traficantes diezman.
“Los traficantes financian los servicios al aire libre, pagan artistas nacionales para ir al espectáculos evangélicos en la favela. Ellos pagan diezmos a las iglesias.”.
Siguiendo con el dinero, el investigador dice que los traficantes que se convierten en adeptos a iglesias de teología de la prosperidad no se tienen abandonar la riqueza adquirida en el crimen.
“Los traficantes aman el dinero y continuan sus vidas normales como delincuentes, de donde obtienen un montón de dinero. Y los evangélicos no rechazan dicho dinero deshonesto. Entonces, el paso de la vida criminal a la vida moral no implica renunciar a lo que poseen. Directamente dicen que todo ese dinero se purifico automaticamente al convertirse”.
Fuente: Gospel Prime
