CHINA.- Miles de musulmanes convertidos al cristianismo que viven en el oeste de China, son parte del grupo más perseguido en el país, a causa de su fe. Sin embargo, comparten el Evangelio con valentía, a pesar de ser odiados por la comunidad y por sus familias. Marlon* es uno de esos cristianos que se enfrenta a muchas dificultades, pero no se rinde.
Hace 15 años que aceptó a Jesús como su Salvador, y desde entonces ha seguido su camino, siempre fiel a Cristo.
“Recientemente, una cámara se ha instalado en el exterior de su casa hacia la puerta principal. Este seguimiento tornó la vida de Marlon mucho más difícil, porque ahora ya no puede viajar como antes para predicar el evangelio a los musulmanes, incluso ya no puede recibir cristianos en su casa, para adorar a Dios”, dijo uno de los analistas de persecución.
“Escuché dos hermanas cantando junto conmigo, y brotaron lágrimas de alegría, porque incluso aquí en la cárcel, el Señor está presente”
En China, si una persona es descubierta adorando a Dios públicamente, está sujeto a arresto. Un día, la policía allanó su casa, mientras oraban, y todos fueron llevados a la cárcel y sus Biblias fueron confiscadas.
“Estábamos en diferentes celdas y yo estaba muy preocupado por los nuevos creyentes, entonces, sin saber qué hacer, oré a Dios y le pedí que él los consolara. Comencé a cantar y alabar a Dios, fue cuando oí dos hermanas cantando junto a mí, y las lágrimas brotaron de alegría, porque incluso aquí en la cárcel, el Señor estaba presente. Dos meses más tarde fuimos puestos en libertad, y aunque fue una experiencia difícil, llegué a la conclusión de que estando libre o preso, vale mucho la pena servir a este Dios maravilloso”, concluye Marlon.
Fuente: Open Doors
