Juan el Bautista: Un verdadero hombre de Dios

En este texto hablaremos sobre un personaje bíblico muy emblemático: Juan, hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, una mujer estéril y piadosa...

En este texto hablaremos sobre un personaje bíblico muy emblemático: Juan, hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, una mujer estéril y piadosa. Este Juan tenía un llamado de Dios, era un hombre valiente, no titubeaba sobre lo que decía y era un verdadero predicador de la Palabra. Por eso, tomaremos nota de algunos aspectos de su vida.

Lucas narra el privilegio que tuvo Zacarías de ofrecer el incienso en el Templo. Y, durante su ofrenda en el santuario, ese hombre vio un ángel del Señor y se perturbó, quedando lleno de temor, porque la visión era extraordinario. Sin embargo, luego de oir de la boca de Gabriel que Isabel quedaría embarazada, Zacarías no creyó, recibiendo por eso un castigo: “quedaras mudo y no podrás hablar hasta el día en que estas cosas acontezcan”. (Lucas 1:20)

La llamada de Juan el Bautista fue interesante, pues hasta el su propio nombre fue puesto por el ángel (Lc. 1:13). Más interesante todavía es que el, cuando todavía estaba en el vientre de su madre, se estremeció de alegría al oir el saludo de María, madre de su Maestro y Seór Jesús. Y dicen las Escrituras que, después de su nacimiento, “el niño crecía y se fortalecía en el espíritu. Y moró en el desierto hasta el día de su aparición pública a Israel” (Lc. 1:80)

– Ad –

La Biblia no dice que Juan el Bautista comenzó su ministerio predicando en lugares más importantes de Palestina en los tiempos de Jesús. Sino esta escrito que, “en aquellos días, apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judéa” (Mateo 3:1). Lucas va más allá y dice que “vino” la Palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

Cuando hablamos del desierto, ¿que es lo que se nos viene a la mente? ¿Esterilidad? ¿Soledad? ¿Lugar yermo, inóspito? Si, esos aspectos nos ayudan a entender lo que de hecho esta relacionado con el desierto. Sin embargo, fue en el desierto que Juan el Bautista oyó la voz de Dios. El gustaba de estar en el desierto (Lc 1:80). Aprendió a vivir en ese lugar no por elección propia, sino por vocación de Dios. El desierto sería su mayor escuela ministerial.

Juan el Bautista no priorizaba los milagros, sino que primaba el testimonio y compromiso con la verdad: “A pesar de que Juan no hizo señal alguna, todo lo que el dice sobre este hombre es verdadero” (Juan 10:41). Hablar sobre Jesús y contribuir en la conversión de las almas para Dios era la principal misión de Juan el Bautista. Además, el hijo de Isabel no estaba preocupado con su autopromosión: “Es necesario que él [Jesús] crezca y que yo mengue” (Juan 3:30)

– Ad –

Lleno de verdad, Juan enfrentó al rey Herodes, condenandolo por traicionar a su hermano Felipe con Herodías – la mujer de éste. Luego de condenar al tetrarca, como consecuencia Juan fue capturado, y puesto en prisión y degollado por defender la verdad y condenar el pecado (Mt. 14:1-12). ¿No es así en nuestros días? Aquellos que defienden la verdad y condenan el error sufren penas injustas. Incluso en las iglesias.

Delante de lo expuesto, llegamos a la conclusión de que, urgentemente, necesitamos de personas como Juan el Bautista, que aman la verdad, pero que detestan la mentira y el engaño. Por tanto, ¿quién de nosotros está dispuesto a correr el riesgo de tener su propia cabeza puesta en una bandeja?

Fuente: Gospel Prime

Compartir