El evangelio de la prosperidad se centra en que Jesús quiere que todos Sus seguidores sean adinerados. Y eso es solo el comienzo.
Con el fin de obtener riquezas, uno debe “sembrar” riqueza en un ministerio próspero el cual, supuestamente, hará crecer su dinero de manera exponencial.
En uno de sus sesiones de consultas, el reconocido evangelista Billy Graham dió su opinió respecto de esta clase de “evangelio”.
“¿Dios quiere que todos sean ricos? Escuché que alguien en la TV dijo que la Biblia enseña eso, pero me pregunto si es cierto. Luchamos todos los meses para llegar a pagar cada una de nuestras cuentas, y a pesar de eso, mi esposo y yo siempre hemos tratado de poner a Dios primero” le consultó una lectora de su sitio web a Billy Graham.
El evangelista ni siquiera dudó en su respuesta.
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Graham respondió:
“No, la Biblia no promete que todos los que siguen a Jesús se volverán ricos (ni tampoco promete que siempre estaremos libres de enfermedades). Tampoco el dinero debe ser lo más importante en nuestras vidas, incluso si Dios nos lo dá. La Biblia dice, “Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.” Salmos 62:10
Después de todo, Jesús no fue rico, ni tampoco Sus primeros discipulos lo fueron. De hecho, el único discípulo que realmente se preocupaba del dinero fue Judas, cuya ambición e incredulidad hizó que traicionara a Jesús por 30 piezas de plata. Repetidamente la Biblia nos advierte de ser consumidos por el dinero, o de colocarlo primero en nuestras vidas antes que Cristo. Jesús dijo: “Ninguno puede servir a dos señores… No podéis servir a Dios y a las riquezas” Mateo 6:24
Pero cuando conocemos a Cristo somos ricos, no necesariamente en riquezas materiales, sino en riquezas espirituales! Piense un momento en esto. ¿Puede acaso algo que ofrece el mundo ser mayor que el perdón de Dios? ¿Puede algo ser mayor que la presencia de Cristo en nosotros todos los días? ¿Puede algo ser mayor que el privilegio de la oración, o ser parte de la familia de Cristo o ser usado para bendecir a otros?
Agradezcan a Dios todos los días por sus bendiciones, y pongan como meta poner a Cristo primero en sus vidas. Y más que nada, agradézcanle de que cuando conocemos a Cristo, tenemos “una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,” 1 Pedro 1:4 ”
Fuente: Charisma News
