Conozca los efectos de la Amargura en el Alma del Cristiano

La amargura es algo que pensamos que jamás nos alcanzará. Vamos por la vida abriendo nuestros corazones a muchas personas, buscando amistad en esta vida...

“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.” Efesios 4:31

La amargura es algo que pensamos que jamás nos alcanzará. Vamos por la vida abriendo nuestros corazones a muchas personas, buscando amistad en esta vida. Pero cuando menos lo esperamos alguien nos hiere, o las circunstancias de la vida nos conducen a un lugar donde nace la amargura en nuestros corazones, incluso contra el mismo Dios. El sentirse enfadado o desepcionado por la forma en que somos tratados o por cómo las circunstancias nos han tratado generan gran amargura dentro de nustro ser.

Este sentimiento que abrazamos es ocultado en nuestros corazones y no se puede ver a simple vista en nuestra vida diaria. Sin embargo, éste comienza a emitir veneno lentamente en nuestras palabras (Santiago 3:7) y en nuestra mente, comenzamos a juzgar a todos, y así comenzamos a emitir comentarios cínicos y punzantes contra otras personas. Usualmente esta herida es dirigida hacia una persona en particular o una situación específica. Cualquier cosa que haga recordar a la persona herida de esta situación resultará en una manifestación de su dolor en palabras que dañen o destruyan a otros.

En el verso anterior al pasaje con el que comenzamos, el Apóstol Pablo habla de no contristar al Espíritu Santo como creyentes de Jesús que somos. El comparte que los creyentes deben “quitarse” todos estos sentimientos de dolor que resultan en resentimiento, enojo, frustración, y palabras que hieran a otras personas. Si permitimos cualquier falta de perdón como creyentes, ésto crecerá en nuestros corazones como un cáncer y creará amargura y así nuestro hombre interior es corrompido con todos estos pecados de ira. El Apóstol declara a sus hermanos creyentes que deben perdonarse los “unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32.

Esta es la única solución y forma de resolver el problema. El vengarse, hiriéndo a otras personas no resultará en la liberación de esta prisión personal de amargura en la que nos encontramos. El perdón es la clave que abrirá la puerta para que puedas caminar en la libertad a la que Cristo te ha llamado y luego serás capaz de ayudar a otros a ser libres incluso a los que causaron tales heridas en tu vida.

Fuente: Christian Post

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