Los Cristianos que se van de la Iglesia, ¿Se Pierden?

Actualmente vivimos en tiempos de gran confusión en donde frases como ‘todo es valido’ y ‘esto es lo que hay’ estan marcando la gigante diversidad tanto de situaciones como de opiniones que creemos conocer.

Actualmente vivimos en tiempos de gran confusión en donde frases como ‘todo es valido’ y ‘esto es lo que hay’ estan marcando la gigante diversidad tanto de situaciones como de opiniones que creemos conocer. Y es que nadie está inmune a la confusión que impera hoy en dia. Ciertos diálogos con hermanos y hermanas, en la misma iglesia, necesitan de permanentes aclaraciones.

Ademas es tan común escuchar o leer distintas clases enseñanzas basadas (o no) en la Biblia. Son varias y erróneas opiniones e interpretaciones humanas de la doctrina revelada por el Espíritu de Dios en la persona del Señor Jesús en la Biblia.

En esta serie acerca de los primeros reformadores (01) actualmente es un grupo de puritanos que iniciaron en la primitiva iglesia; donde reaccionaban contra la jerarquía clerical y los que aceptan a los que habían ofrecido sacrificios al César para no evitar ser martirizados. Volvian a la congregación de la que ya se habían apartado. Para ellos un cristiano real es el que muere por causa de fe en Cristo, y no vive en un mundo de mentiras.

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Pero, la Biblia enseña la inclusividad del Evangelio; es decir que toda persona que cree en el Señor Jesús participa de su salvación; y excluyen a las personas que no creen (02). El punto a entender es la nueva oportunidad si es recibida podemos o no perder la salvación.

El peligro de olvidar quienes somos.

Vivimos rodeados de personas que se mueven por sí solas sin niguna relacion divina. En este peculiar contexto debemos meditar antes de ser arrastrados por esa inercia absorbente. Es más fácil hablar de los demás y a los demás que reflexionar a conciencia acerca de uno mismo. Tenemos que hacer un alto y ver qué condición es la que estamos ante Dios y nuestro projimo.

Una buena práctica cristiana es saber cuál actitud ante situaciones que vienen de un sistema que exige velocidad en cuanto a las decisiones.

Formamos parte de un grupo donde hay creyentes bien firmes en su fe, y otros bastante inseguros que creen que pueden perder su salvación. Ellos temen no poder cumplir con los mandamientos que se les han impuesto o que han sido impuesto por ellos mismos. En esta situacion debemos preguntarnos:

¿Estoy viviendo una fe genuina y real de los hijos e hijas de Dios?

¿Confío en todo momento en Cristo para todo?

Debemos examinarnos a nosotros mismos y saber que clase de “creyentes” somos.

– Ad –

El Apóstol Juan escribió una carta donde indica como saber si somos o no hijos de Dios (03). Este conocimiento depende que tengamos o no una relación verdadera con Él. Ahora no es que, automáticamente, dejemos de ser hijos e hijas débiles, que ya no ofendemos, o no nos decaemos o fallemos a los demás. Pero no anula la posibilidad de tener una relación que viene de Dios; al contrario, nos ayuda a entender que no tenemos nada bueno en nosotros fuera de Jesús. Ya que Él es quien pagó por nuestro rescate en la cruz del Calvario y limpiarnos de todo pecado; ademas lo continúa haciendo con todos los que se arrepienten. Y por si fuera poco, Él es nuestro sumo pontífice en ese Santuario eterno; y es nuestro abogado defensor ante el Dios Padre.

Con la ayuda de J.C.Varetto acerca del grupo de cristianos que fue declarado cismático por la jerarquía eclesial (04).

Los novacianos.

“Las ideas y prácticas archiepiscopales de Cipriano (05) encontraron en Cartago esa decidida resistencia de Novato; un hombre ardiente de espíritu, impetuoso y oponente a las tendencias jerárquicas y clericales en la iglesia.

A diferencia de, Cipriano, explica él, que era ‘una antorcha inflamada para inducir el incendio de la sedición, como un torbellino o tempestad, un enemigo del reposo y de la paz’. Novato realizo uno de sus partidarios llamado Felicísimo, para que lo eligieran como diácono, sin dar cuenta de este hecho el obispo, y por ende desconociéndo el derecho de intervenir en tal asunto.  ‘Había en esto recalca Pressensé (06) una osada reivindicación de la independencia parroquial; ya que era afirmar el hecho de que cada parroquia, con su organización interna, podía gobernarse a sí misma, y que el pastor era su propio obispo en la comunidad para todo lo que era de interés general.

No había nada más genuino desde el punto de vista de la antigua constitución de la iglesia, cuando la igualdad de los obispos y de los presbíteros era mundialmente aceptada. En tal estado de cosas, el anciano encargado de la dirección de una iglesia, no necesitaba la autorización de uno de sus colegas para sancionar la elección de un diácono; sintiéndose igual, no tenía necesidad de su aprobación.’ De Cartago, Novato se fue a Roma para hacer propaganda en aquel centro, y encontró en  Novacio (07) a un entusiasta compañero de sus ideas; y así Novato en Cartago, y Novacio en Roma, impulsaron a aquel movimiento que no cesó de protestar contra la impureza de las iglesias y las pretensiones clericales en estos períodos críticos de la historia del cristianismo.

En Roma, el conflicto tomó nuevo rumbo, y ya no era una campaña anti episcopal,  como en Cartago, sino mas bien una protesta contra la readmisión en la iglesia de los que habían negado a Jesús y quemado incienso a los dioses en plena persecución.  Sobre Novacio, afirma Roberto Robinson (08): ‘Era un anciano de la Iglesia de Roma, un hombre de gran erudición, que tenía las mismas doctrinas que la iglesia, y publicó varios tratados en defensa de lo que creía. Sus discursos eran bastante elocuentes e insinuantes, y su moral, irreprochable. Se percato de la intolerable depravación de la iglesia.  Los cristianos, por algunos años eran bien mirados por un emperador, pero despues eran perseguidos por otros.

Para el tiempo de prosperidad, muchas personas iban a las iglesias con propósitos bajos. En momentos de adversidad, anulaban la fe y volvían a la idolatría. Cuando la tormenta pasaba, regresaban a la iglesia, con todos sus vicios, y pervertian a los otros con su mal ejemplo.  Los obispos ambiciosos de prosélitos, alimentaban todo eso; y desviaban la atención de los cristianos, a las vanas exterioridades de Oriente, y otras ceremonias judías, adulteradas con paganismo.  Cuando muere el obispo Fabiano, Cornelio, anciano y ardiente partidario de la recepción de multitudes, nace un nuevo candidato. Novacio se puso en contra; pero Cornelio fue elegido, y sin señales de reforma, sino una marea de inmoralidad que inundaba la iglesia, se aparto, y muchos con él.

Cornelio, enojado por Cipriano, que esatan en las mismas condiciones por culpa de la protesta de algunos hombres piadosos de Cartago, estaba irritado contra uno de sus presbíteros llamado Novato quien de Cartago se fue a Roma para aliarse con Novacio donde se reunió un concilio y lanzaron una sentencia de excomunión contra Novacio.’ Aunque no había ninguna cuestión doctrinal que los separara, sino los asuntos de disciplina y moral, los novacianos no siguieron a los demás cristianos, y su obra se desarrolló de manera independiente.

Profesaban doctrinas bíblicas, y la disciplina en las iglesias era muy rígida. Se les acusaba de cometer el error de esperar que los miembros fueran una perfección inalcanzable aquí en la tierra; sin embargo no siempre se les puede dar razón, uno se ve compelido a admirar su anhelo de santidad en aquellos días cuando la virtud cristiana caia rápidamente.

Asi fueron los primeros cristianos que el mundo llamó cataros, osea, puros, lo que demuestra que sus costumbres eran irreprochables. Para ser aceptados en la iglesia tenían que profesar una fe personal en Cristo y confesarla con el bautismo, aunque fueran sido bautizados en su niñez. Estaban en contra de la exagerada reverencia que eran objeto los mártires y todo los que sufrieron persecución de los paganos. Se extendieron por muchos países, fundando y edificando congregaciones espirituales que solo duraron en el tiempo de la Reforma.”

Hasta aquí el relato de Varetto. La decadencia moral de toda sociedad llega al surgimiento de minorías moralistas. En este sentido, el puritanismo de esos cristianos se extendió en la historia y estuvo representado por los albigenses (09).  Despues reaparecieron muchas veces a lo largo de la historia del cristianismo, pasando por ‘los moldavos’, ‘los hermanos de Plymouth’, los ‘cuáqueros’, los ‘exclusivistas’, los ‘Amish’ y otros más actuales.

Que Dios Padre nos ayude a acercanos a Cristo, el unigénito Hijo de Dios. Él se encarnó para quitar nuestros pecados y satisfacer la justicia divina: el justo muriendo por los injustos (10). Sin ese sacrificio central en la Biblia no tendria sentido a la predisposición de miles de cristianos para morir por Cristo.  Y no entenderíamos la parábola del hijo pródigo, donde un padre amoroso y paciente espera el retorno del hijo extrañado (11). Ya que no todos l se van, y regresan, mas bien se pierden; ademas todos los que nunca faltaron a la iglesia, se salvan.

Fuente: Protestante Digital

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