BRASIL.- Movimientos de izquierda denunciaron que se trataba de un “golpe”, gritaban “guerra”, cerraron carreteras y amenazaron con una huelga nacional. No ayudó. Siguiendo la Constitución y con el acompañamiento del Supremo Tribunal Federal y la amplia cobertura de la prensa, la presidenta Dilma Rousseff, fue apartada de la presidencia.
Hubo 367 votos a favor del Impeachment y 137 en contra en la Cámara de Diputados; 55 votos a favor y 22 en contra en el Senado Federal. Fue un proceso largo, con algunos giros inesperados, que paralizaron el país por meses, dividiendo opiniones y creando muchas incertidumbres sobre el futuro inmediato de la nación. Dilma todavía tendrá el derecho a defenderse y permanecerá apartada del cargo hasta 180 días, cuando el proceso vuelva al Senado.
En retrospectiva, se puede decir que los parlamentarios cristianos fueron decisivos. El Frente Parlamentario Evangélico, compuesto por 92 diputados y 2 senadores, votó masivamente para suspender a la presidente.
Diputados como Sóstenes Cavalcante y Marco Feliciano, además del senador Magno Malta (los cuales son todos pastores) fueron implacables en su “lucha” para que el proceso continuara. En varias oportunidades ellos denunciaron, además de las cuestiones legales que sustentan el proceso, los ataques del gobierno del PT contra los valores defendidos por los Cristianos.
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En los últimos años, Brasil vió ser aprobado el reconocimiento civil de las uniones homoafectivas, la liberación del aborto en algunos casos y el adoctrinamiento comunista y liberal siendo impuesto en las escuelas.
El influyente pastor Silas Malafaia, líder de la Asamblea de Dios “Victoria en Cristo”, no tiene cargos por elección popular, sin embargo, hizo uso de su influencia y su espacio en su programa de TV para movilizar a los evangélicos contra el gobierno de Dilma. Por otro lado, algunos pastores, de menor expresión en la escena religiosa nacional, defendieron al PT, pero sus posiciones no tuvieron el mismo impacto.
Entres las diversas manifestaciones de los últimos meses, una de ellas con más de seis millones de brasileños en las calles, el sentimiento de los manifestantes era que el país necesitaba un cambio. Las denuncias de corrupción, que durante dos años ocuparon casi diariamente los medios de comunicación, fueron el gran “catalizador” del sentimiento de que era necesario un cambio en la dirección del país, que cuenta con 11 millones de desempleados y atraviesa una crisis económica.
De modo similar, distintos ministerios e incluso denominaciones enteras se manifestaron en campañas de oración y ayuno por el país. Para muchos evangélicos, la política y la religión no se deberían mezclar. Sin embargo, Michel Temer, quien ahora ocupa el cargo de presidente, ya señaló que desea una relación más cercana con la bancada evangélica y ha pedido oraciones por su vida y por el país. Incluso nombró a Ronaldo Nogueira, miembro de la bancada evangélica, como ministro de Trabajo.
Movimiento Espiritual
No es exagerado decir que todo el proceso de juicio político tuvo una gran carga espiritual. Recientemente, el pastor Ezequiel Teixeira, quien también es diputado por el PTN de Río de Janeiro, dijo:
“Hay un espíritu maligno infiltrado en las instituciones”
Incluso, profetas que visitaron el país anunciaron que habría una intervención divina en la dirección del país. El pastor estadounidense Bob Hazlett estuvo en una conferencia en Brasil en 2011. Afirmó que no conocía la política brasileña, pero dijo: “escucho al Señor diciendo: Yo sacudiré la estructura política de esta nación.”
Dos años después, la estadounidense Cindy Jacobs lanzó una palabra profética diciendo que el Señor haría “sacudir el principado de corrupción y de miseria.”
En 2014, el profeta Stacey Campbell dio el mensaje a Brasil durante un evento en Toronto, Canadá. Anunció que todo lo que ocurriría aquí sería el inicio de “movimientos de justicia” en todo el mundo.
Por Jarbas Aragão.
Fuente: Gospel Prime
